La deforestación más que un
problema ambiental es un problema social y se vuelve tan complejo debido a que
es un efecto de actividades humanas en las que prevalecen intereses de toda
índole desde los más grandes por parte de ciudadanos acaudalados y/o funcionarios
con el rango más alto en el Estado, hasta el campesino más humilde que requiere
de un espacio libre de árboles para el establecimiento de su parcela de
cultivo.
La superficie cubierta de bosque
en el país cada año es menor y para que esto ocurra se conjugan una serie de
elementos que es muy difícil ordenar según su importancia ya que todos tienen
su cuota de influencia en este fenómeno. Podemos empezar con el Estado mismo;
quien debería promover políticas en función de un país eminentemente forestal y
aquí es donde entran en juego los intereses curiosamente dentro de la misma
Administración pública.Le compete al Instituto de Conservación Forestal el diseño e implementación de una estrategia nacional para el control de la tala y el transporte ilegal de los productos forestales. Por su parte el Instituto Hondureño del Café (Institución privada) promueve la caficultura muy bien sustentada en términos macroeconómicos con un aporte del 12% del PIB y que sostiene económicamente al 25% de la población nacional.
Por su parte el Instituto nacional Agrario (INA) es una entidad Semi-Autónoma del Estado, cuyo fin es realizar el proceso de reforma agraria en cumplimiento de la política agrícola nacional impulsada por el Gobierno, con el propósito de lograr la transformación de la estructura agraria del país e incorporar a la población rural al desarrollo integral de la Nación.
Cada institución promueve su Misión/ Visión y todas proveen de beneficios a ciudadanos hondureños. El inconveniente en esta situación es la consecuente degradación y deforestación que se ha derivado de la mala intención de ciudadanos y funcionarios a costa de los bosques del Estado.
Así tenemos predios cultivados de café o pastos con títulos de propiedad a favor de particulares extendidos por el INA y que anteriormente fueron terrenos cubiertos de bosque pertenecientes al Estado. A esto se suman los aprovechamientos ilegales de madera.
El ICF puede obtener la mejor
tecnología para determinar la tasa de deforestación anual del país y lo que
obtendremos es una cifra fría. Actualmente sin necesidad de sistemas
sofisticados nos podemos dar cuenta de la alta presión a que están siendo
sometidos los bosques. Para mitigar la tasa de deforestación se requiere de
recursos financieros con los que no cuenta el ICF.
La deforestación debe ser vista
como un problema de país, ya que todos percibimos bienes y servicios de los
bosques. Por lo tanto es fundamental el compromiso de las comunidades e
instituciones, partiendo de un elemento tan fundamental como el agua. En ese
sentido las comunidades mismas velan por la integridad de las áreas boscosas
que les proveen de agua.El SANAA y la ENEE velan por las áreas boscosas de las cuencas que abastecen los embalses. El ejército se ha convertido en un nuevo actor que también tiene su cuota de responsabilidad para reducir la tasa de deforestación, ya que cuenta con financiamiento del Gobierno Central.
La Organización de las Naciones para la Agricultura y la Alimentación (FAO) nos permite una apreciación más clara que el resto de las definiciones, ya que la reducción de la cubierta por debajo de un 10% implica que la pérdida debe ser permanente y que el sitio ha cambiado a otro tipo de uso (agricultura, pastizales, presas, o áreas urbanas) (FRA 2005).
A diferencia del resto de las definiciones, la proporcionada por FAO establece una clara diferencia entre deforestación y degradación. Entendiéndose el segundo término como áreas en donde los árboles son removidos o el bosque ha sido deteriorado pero no ha disminuido a menos del 10% de su cobertura original o no ha sido reemplazado por otra actividad permanente.
La degradación incluye la remoción de árboles sin tener que llegar a menos del 10% de la cobertura original del dosel y además incluye cambios que no se detectan con percepción remota como la extracción de los diversos productos no maderables. La degradación incluye cambios dentro del bosque que afectan negativamente la estructura o función del bosque o sitio reduciendo su capacidad de proporcionar productos y/o servicios (FRA 2005).
En consecuencia el término deforestación se aplica en aquellas áreas que perdieron total o casi totalmente su cubierta forestal. Así tenemos que todas o la mayoría de las obras de infraestructura que cotidianamente usamos surgieron y seguirán surgiendo a partir de procesos que iniciaron con la eliminación de la cubierta forestal y que para efecto de este documento hemos denominado “cambio de uso por interés público”
Históricamente ubicaremos a la
deforestación en dos etapas; antes y después de la colonización española. Así
propondremos dos escenarios; el primero; una población relativamente baja que
obtenía su sustento diario de alimentos del bosque y áreas de cultivo
relativamente pequeñas (año 1 al año 1524). Como segundo escenario tenemos la
introducción del ganado, el fomento de la agricultura y el incremento de la población
(1525-2011).
En el segundo escenario podemos
presumir el fenómeno que mayor impacto ha tenido en el recurso forestal de
Honduras, básicamente a finales del siglo XIX cuando su economía basada en la
agricultura vino a ser dominada por compañías estadounidenses que establecieron
enormes plantaciones de plátano a lo largo de la costa del norte.En esa época llegaron al país las compañías transnacionales, principiando con la poderosa United Fruit Company, se funda la Cuyamel Fruit Company, al igual hace su aparición la Vaccaro Brothers & Co que después pasaría a ser la Standard Fruit Company, para desarrollar la siembra del banano.
Asimismo, en el interior del país se intensifican las actividades agropecuarias que derivaron el acaparamiento de tierras.
Con esta síntesis y en términos
muy sencillos podemos derivar una pérdida de bosques en el país desde el año
1524 a la fecha, en un período de 487 años. Para ello utilizaremos como
supuesto que todas las tierras estaban cubiertas de bosque a excepción de
aquellos ecosistemas que por su naturaleza no presentan vegetación leñosa.
Tomando como base una superficie
de 112,492 km² a la cual le restaremos un área aproximada de 900 km²
correspondiente a cuerpos de agua naturales (sin incluir embalses), tenemos que
para 1524 el territorio que hoy es Honduras contaba con 111,592 km² de bosques,
equivalentes a 11,159,200 ha. Si tomamos en cuenta.
La Evaluación Nacional Forestal
(2005) que estima una superficie cubierta de bosque de 5,791,602 ha, implica
una pérdida de 5,367,598 ha en un período de 487 años, equivalente a una
pérdida anual promedia de 11,022 ha/año.
Pérdidas y Ganancias de Bosques
Para las estimaciones de la tasa
de deforestación en términos generales se utiliza un balance entre ganancias y
pérdidas de bosque. En ese sentido enunciaremos algunos aspectos a considerar
al momento de elaborar un informe de país y que tenga que ver con la cubierta
boscosa
Reforestación Permanente: También
se le puede denominar “plantación no comercial” y es aquella que se realiza con
fines de recuperación de áreas degradadas o deforestadas. Estas áreas
reforestadas son las que para efecto de estimación de la tasa deforestación se
denominan “ganancias” y que por lo general se realizan en áreas productoras de
agua y áreas protegidas.
Reforestación temporal: Es
el establecimiento de un nuevo bosque cuya permanencia es temporal ya que
siendo una “plantación comercial” será cosechado en un determinado momento.
En este caso es importante
analizar dos situaciones; cuando la plantación esté establecida representará
una “ganancia” de bosque y al momento de su corte representará una “pérdida de
bosque” cuando realmente lo que ocurre es la cosecha de un “cultivo”.
Lo mismo pudiera ocurrir con el
aprovechamiento de bosques naturales en donde se practiquen cortas a tala rasa.
Ante estos casos es fundamental hacer las aclaraciones al momento de elaborar
informes de país.
Tomando en consideración el
concepto de “Bosque” de la Ley Forestal se puede considerar como “ganancia” las
plantaciones de árboles frutales.
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